Corral de los Curas
En cierta ocasión que me encontraba investigando en el Cabildo Metropolitano de Zaragoza, el Archivero entabló conversación conmigo y al decirle que yo era de Villanueva de Gállego, me mostró un grueso libro donde aparecían todas las visitas pastorales que el mismo había ido recogiendo a lo largo de su vida, correspondientes al siglo XVI, y me enseño una hoja donde aparecía una realizada en 1566 a la iglesia del Salvador de Villanueva. Según este documento, la Vicaría del pueblo poseía entonces la mitad de la primicia que valía 70 ducados. Tenía además 5 cahizadas de trigo, 500 litros de vino, 1 huerto, 6 cahizadas de olivares, 3 cahizadas de tierra blanca en el monte, casas derruidas y treudos. «La decima es mitad del Sr. Arzobispo y la otra mitad del Caritatero y Limosnero de La Seo. Además de 330 cabezas de todos los panes. La otra mitad de la primicia es de la iglesia que la administran los jurados del pueblo, vale en total 140 ducados».
Un amigo de Sierra de Luna, llamado
Javier Lambán, me facilitó la pista para encontrar el Índice de parroquias de
la Archidiócesis de Zaragoza publicado en 1742. En este papel se dice que la
parroquia del Salvador de Villanueva posee un Vicario de ascenso por libre
disposición, un Beneficio y todos los días se dicen misas. «La localidad tiene
un Montepío de granos a distribuir entre los labradores que lo necesitan para
sembrar». Además, la parroquia dispone de dos ermitas; «la de Santa Cathalina y
Nª. Sra. de Burjazud, sin ermitaño».
El Montepío de Labradores a que hace
referencia en el Índice, me recuerda un párrafo que publiqué en mi libro Un lugar en la huerta, en relación con
la entonces existente “Cofradía de Nª. Señora del Rosario”, decía: Una de
sus principales actividades económicas eran los llamados «repartos de trigo de
la cambia de la cofradía». Para ello se disponía de un granero donde se
guardaban los productos que luego debían de ser repartidos entre los «hermanos
cofrades que habiten en el pueblo, y no otras personas, y con la advertencia de
que el que no tenga guebras no se le de trigo». Los hermanos tenían derecho a
obtener semillas para los campos que fueran a sembrar. Este derecho llegaba a
las viudas de los cofrades muertos en ese mismo año, con la obligación de, tras
la recogida de la cosecha, remitir cierta cantidad que ascendía a «un almud por
anega» a los graneros de la cofradía, so pena de abonar «diez reales de plata
para beneficio de la misma». Una vez terminadas las faenas propias de la
cosecha, el cofrade estaba obligado de avisar «a los camberos» para que éstos
«vayan a ver medir el trigo en la “era”, antes de entrar nada de trigo en su
casa» bajo multa de 30 sueldos a beneficio de la institución. En 1836 repartió 275 fanegas de trigo, tal como
estipulaban sus Estatutos entre 66 personas. Contaba por entonces con otros
tantos cofrades quienes “Fiaban” determinadas cantidades de trigo, a una media
de 4 fanegas/persona, para aquellos vecinos más necesitados.
Hay un
edificio, que no aparece citado en ninguna relación, pero que tiene relativa
trascendencia para la historia villanovense, se trata del llamado Corral de los Curas. Situado a la altura
del kilómetro 7 de la carretera de Villanueva a Castejón, se encuentra en el
fondo de la Val, en pleno monte de la Sarda. De propiedad particular, queda muy
poco de su estructura, tan solo la caseta bastante modificada y las cuadras, lo
que era el corral está atravesado por un camino actual. Su denominación
corresponde seguramente, a que en ese lugar se guardaban los ganados mayores y
menores del Estado Eclesiástico de Zaragoza que pastaban en término de
Villanueva y a os que hace referencia una relación que el párroco realiza hacia
1805.
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