Los Cataros

También es casualidad o coincidencia, no lo se, pero el ultimo programa que tenía preparado para grabar en Radio Zuera era sobre los Cátaros. Quería tratar este tema porque ahora se cumplen 800 años de la batalla de Muret y de paso me parecía interesante la historia de esta heregía medieval. Es curioso que una nueva "cruzada" nos haya impedido seguir emitiendo, como a aquellos seguir con su fe, cosas de la vida.
 

La herejía cátara comenzó en la región de Languedoc francés, en la llamada Occitania a mediados del siglo XII, también eran llamados Albigenses pues fue en esa ciudad de Albi donde se produjo el primer movimiento religioso de estas características. Aunque el foco más importante se registró en estos territorios bajo protección de la corona aragonesa, el catarismo estuvo extendido por toda Europa desde Flandes hasta Bulgaria. Se dice que la palabra Cataro viene del griego y significa “puro” aunque según otras fuentes procede del Latín y significa brujo o adoradores del Diablo del Latín Cati, pasó al germano Ketter y al francés como “Catiers de oïl” o “adoradores del diablo en forma de gato”. Fue un canónigo de origen alemán llamado Eckbert von Schönau quien los llamaba así en sus sermones de manera insultante y despreciativa, ellos nunca se referían de esa manera entre ellos, sino que se denominaban simplemente Cristianos. Aunque también los definen como “Inmortales de San Salvador verdadero”.

Los albigenses pretendían un retorno al primitivo cristianismo, repudiando el culto a las imágenes y las reliquias, rechazando a la jerarquía católica y a la mayoría de sus sacramentos y reconociendo como la única autoridad el Nuevo Testamento. Pero sobre todo tenían una concepción dualista de la vida religiosa, según los cátaros el mundo estaba creado por el Demonio y por tanto era malo en sí. Por el contrario la vida espiritual y sobre natural había sido hecha por Dios. Al hombre no le quedaba más remedio que pasar lo mejor posible esta vida terrenal, negando todo lo que la materia le ofrecía, porque que era el Infierno para así luego, poder alcanzar la vida espiritual junto a Dios.
Carcasona, en el país Cátaro

Para esta secta medieval, Jesucristo vino precisamente a la Tierra para redimir a todos los ángeles caídos que vagaban por el mundo y que no somos otros que los seres humanos. Para salvar a estas pobres almas los albigenses administraban un solo sacramento el llamado Consolament, un bautismo de fuego y de Espíritu, que no de agua, y que era administrado mediante el rito de la antigua tradición cristiana de la imposición de las manos y que garantiza la salvación de quienes lo recibían. Este sacramento se administraba en el momento de la muerte y si no lo recibían la persona estaba condenada a sucesivas reencarnaciones. En este sentido, el fin de los tiempos se produciría cuando el último de dichos espíritus seducidos por Satanás y alojado dentro de una carne corruptible, pudiera salvarse, además el infierno desaparecerá y no será necesario el Juicio Final.

El Consolament presentaba dos modalidades. Una constituía el rito de ingreso en las órdenes cátaras y la renuncia voluntaria a las cosas de este mundo. Este ritual estaba destinado solamente a los clérigos de la Iglesia de los Buenos Cristianos, los llamados “Bon homes”.  La segunda consistía en el bautismo de los moribundos, dirigido al pueblo creyente, a aquellas personas que durante su vida no se habían plegado a las exigencias de una vida de perfección y habían esperado a su hora postrera para recibirlo, y así garantizar su salvación. Una de las razones para exterminar esta herejía era que incitaba al suicidio pues había personas que en el momento de recibirlo se negaban a probar alimento alguno hasta que murieran de inanición. Otra de las causas de su perdición era que, los creyentes de esta religión, no podían mentir y manifestaban sin ningún tipo de tortura quienes eran sus clérigos y donde se reunían, con lo cual se procedía a su detención inmediata.

  


En principio, toda aquella persona que hubiera recibido el Consolament debía abstenerse de tomar alimentos que tuvieran su origen en la copulación y la generación, (carne, huevos, leche, productos lácteos, queso etc.) Lo que hace la ignorancia, el pescado quedaba excluido de la prohibición por el mero hecho de que en aquellos tiempos se creía que los peces eran un fruto espontáneo del agua. Infringir esta norma suponía perder el beneficio del bautismo y obligaba a sufrir una penitencia y a ser re-consolado. No solo el contacto carnal era pecado, sino incluso el matrimonio era un acto de lujuria en sí mismo, por tanto los que recibían el Consoloment juraban abstenerse de todo trato humano durante el resto de su vida.

Los clérigos eran los llamados bons homes (hombres buenos) que eran aquellos que habían recibido el sacramento con expectativas de vida a condición de que se dedicaran a predicar y cumplir las reglas. Por encima de ellos había vicarios y algún obispos pero ninguna otra dignidad más alta, y entre ellos se diferenciaban poco, iban vestidos con hábitos de monje, el Nuevo Testamento y una escudilla donde cocinar sin contaminarse con nada. También había comunidades de “buenas mujeres” que en algún momento ejercieron responsabilidades y funciones pastorales, como los hombres, y vivían en las mismas condiciones que aquellos. Se dice que tenían como modelo a María Magdalena e incluso la novela del Código Da Vinci tenía cierta vinculación con los Cataros, de hecho existe la leyenda de que María Magdalena llegó a Francia, y evangelizó el Mediodía y la Provenza.

Esto de los hombres buenos recuerda un poco a los antiguos druidas celtas y no sería de extrañar en el catarismo también influyeran estas viejas religiones naturales así como teorías orientales sobre la reencarnación y la espiritualidad.

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