Concentración frente Averly


Imágenes captadas hace unos minutos ante las puertas de la factoría zaragozana de Averly, de una concentración para exigir que no sea derribada esta emblemática fundición, símbolo del crecimiento industrial de la ciudad de finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX.

(Abajo, texto citado que aparece en la entrada superior)

AVERLY.
En el final del zaragozano paseo de María Agustín se levanta una fábrica, de hermosa planta enladrillada finisecular, que resulta ser la fundición más antigua de Aragón y una de las escasas empresas que ha resistido el paso del tiempo, hasta el punto de estar cercana a cumplir su 150 aniversario. En 1855, un joven ingeniero de Lyon, Antonio Averly, establece una fundición en la calle de San Miguel. La fundación de la empresa se enmarcaría pues, en la apertura financiera y bancaria del Bienio Progresista Buscar voz... y en las facilidades creadas para las inversiones exteriores. Por esas fechas, y durante la década de los sesenta, pequeños establecimientos de fabricación de hierro y de fundición atienden una escasa demanda local y regional. Una tecnología más avanzada consolidaría la empresa de Averly como la principal suministradora de maquinaria necesaria para la creciente y próspera industria harinera Buscar voz... de la Zaragoza isabelina, para sus ruedas y molinos y para los precisos elementos de transmisión de la fuerza hidráulica utilizada por estas harineras (Castellano, Almech, Marraco, Sala...).

Pronto la fundición de Averly se constituye como la primera empresa aragonesa de su género y, para ciertas especialidades, como una de las más destacadas de España. De modo que en 1880 ha de abandonar las instalaciones de la parroquia de San Miguel y se traslada a las más espaciosas del Campo del Sepulcro, en vecindad por lo demás con la reciente estación de ferrocarril Buscar voz.... Fuentes de 1900 nos indican que ocupa 10.000 metros cuadrados, de los que unos 4.000 están edificados. Los edificios son: viviendas, oficinas, taller de mecanización y montaje, calderería, carpintería y modelos, almacén, fundición y dependencias. Parte de los mismos permanecen en la actualidad. Por esas fechas, a comienzos del siglo XX, tiene una capacidad de fundición de 4.000 kg. por hora y cuenta con 140 operarios. Fabrica trucks para tranvías, turbinas hidráulicas en notable cantidad y grado de especialización, engranajes, poleas, cojinetes, toda clase de elementos de transmisión, miles de ruedas dentadas de diversos modelos y aplicaciones, material sanitario especializado, maquinaria e instalaciones de molinería, panadería, extracción de aceites y vinos, generadores y autoclaves de vapor, instalaciones para riegos y diverso material para la agricultura, como arados..., habiendo llegado en años anteriores el fundador a establecer en el mismo Bilbao una empresa de fundición y construcción de maquinaria dependiente de la casa matriz de Zaragoza. En 1903, después de enviudar, se retira a Francia Antonio Averly, y la empresa pasa al cuidado de su hijo Fernando, adoptando la cabecera de Hijos de A. Averly. Desde 1918 y hasta hoy la empresa se denominará Averly, S. A., tras su conversión en sociedad anónima.

La ya tradicional e histórica fundición aragonesa participa destacadamente en la Exposición de 1908 Buscar voz... en Zaragoza, y cuenta en su haber con más de sesenta medallas otorgadas en exposiciones nacionales y extranjeras, algunas en lugares tan significativos como Chicago, Londres, París, La Haya o Bruselas (1910), otras en capitales tan exóticas como Esmirna, Suez o El Cairo. Es, por tanto, una empresa de proyección internacional. Dado el desarrollo de la ciencia y de la tecnología en España y en Aragón a fines del XIX y principios del XX, Averly contó siempre, como la gran mayoría de las empresas españolas de cierta envergadura, con el trabajo y la asistencia de ingenieros extranjeros, especialmente franceses y belgas, también alemanes o austríacos. Uno de ellos, Mercier, técnico en fundición, se independizaría a fines del XIX y levantaría su propia empresa de fundición y de fabricación de maquinaria. Por todo ello, Averly incidió notablemente en la industria Buscar voz... zaragozana de la época. En 1877 se expande al constituir una empresa denominada Fábrica de telas metálicas de los Sres. Averly, Montaut y García, localizada en la calle de La Torre, 23 y en Manuela Sancho, 27. Sus tejidos metálicos de cobre, bronce, hierro... surten a la industria harinera y, con el nuevo siglo, a la azucarera Buscar voz....

La actividad industrial de esta empresa, desde los años sesenta, está centrada fundamentalmente en la fabricación de prensas rápidas con accionamiento hidráulico autónomo de elevada producción, para embutición, estampación, forja, fabricación de refractarios, etc., y equipos para el pretensado del hormigón, material de laboratorio para ensayos de hormigones y bancos de pruebas para ensayo de prefabricados de hormigón. En los años ochenta el encarecimiento de la energía ha motivado una reactivación de la especialidad de turbinas hidráulicas.

No son éstas las únicas razones que justifican la importancia de esta empresa. Junto con los productos metálicos de uso industrial, en Averly se desarrolla muy especializadamente la fundición artística, hasta el punto de que el escenario urbano zaragozano está bien marcado de acabados metálicos artísticos salidos de las naves del Campo del Sepulcro: es la estatua del Justicia en la plaza de Aragón, o el león del Batallador, la estatua de la Samaritana y ornamentos de La Seo y de El Pilar, muy destacadamente los chapiteles de sus torres, y también otro tipo de elementos que contribuyen no menos a tipificar un paisaje urbano, como son las columnas de los porches del mercado, o las estructuras metálicas en los palcos del Teatro Principal. Y, con todo, la importancia de la empresa radica fundamentalmente en su permanencia. En las naves del paseo de María Agustín se conservan moldes de la mayoría de los objetos fundidos desde la segunda mitad del XIX hasta hoy, incluidos relieves del oscense Ramón Acín Buscar voz..., junto con las más diversas piezas de finalidad artística o industrial. Aquí, y en una contabilidad conservada cuidadosamente desde 1863, se encuentran buena parte de principalísimos aspectos de nuestra historia económica regional, y un material indispensable para la historia del arte y del urbanismo. Porque lo que convierte hoy en excepcional a esta empresa centenaria es la conservación del material, desde la maquinaria del XIX (J. Whitworth de Manchester, Oerlikon de Zurich, P. Haré de París, Kirchner de Leipzig...) hasta los modelos de los objetos fundidos. Ello supone una contribución difícilmente valorable a unos estudios y ordenación de material de una arqueología industrial que entre nosotros no ha comenzado a desarrollarse, y una conservación, en general, de un patrimonio histórico inapreciable, ignorado por una sociedad cuyas instituciones habrían de colaborar en su protección y mantenimiento.

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